viernes, 14 de agosto de 2015

BIOGRAFÍA NEGRA


  Como niño maltratado, encontré la paz en la lejanía, en el olvido, y en la soledad.
  Mi madre me repudiaba, encontré así pues, solo sosiego en mis manos y en lo que podía hacer con ellas.
  Llegar a entender por qué no me quiso es más fácil hacerlo con el hígado que con el corazón, o por qué, además, me hizo tanto daño.
  Era como un ogro, o un monstruo. Abominable.
  Los juguetes no me daban lo que yo quería, yo necesitaba algo más. Necesitaba amor, cariño. Necesitaba abrazos.

  Echaba de menos sus brazos, sus manos, sus ojos. Sus palabras. Eso me hizo dudar de mí mismo, despreciarme. Y reírme de mí mismo, tratarme como un medio-hombre. Yo era Héctor. Y mi nombre podría haber brillado como una luz cegadora, con fuerza.

  Pero mi madre me la arrebató, me robó la luz. Me utilizó de sumidero donde acumular sus penas y frustraciones. Dejándome amargado, como la olla de sus desidias. Como la carga de sus males. Me destrozó, me rebentó. Me quebró por la mitad.
  Tan doloroso, tan tristemente doloroso. ¡Una madre que no quiere a su hijo!
  Tan atroz, tan destructivo. Y tan imbécil, tan súmamente imbécil. Niña pequeña y malcriada.

  ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué te quedaste callada? ¿Por qué el silencio? ¿Por qué me mataste con tus hojas afiladas sin palabras?

  ¿No tenía derecho a ser amado?

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario