un ejército de monstruos de barro avanzando entre los
árboles, fétidos y malolientes, nidos de hojas secas y podridas, corazones de
resina. ojos de rubíes de águilas, cantos de chapoteos desmembrados.
se
oye al aullido resonar en el eco del enroscamiento de la lombriz, espiral
segmentada de almas divididas refugiadas en un oscuro y húmedo agujero.
escarbando y royendo, escarbando y royendo, el corazón en el dolor arterial de
una entrada obstruida por tejido adiposo cancerígeno y sofocante. dolor al
respirar y al reír.
caen
gotas frías de tu nariz sobre tus pies fríos en una sala blanca y abandonada en
la soledad de un sofá de terciopelo turquesa invadido por la humedad y
cabalgado por el musgo. sentado, sentado y sentado viendo el televisor, el
televisor y el televisor mientras los rayos catódicos violan tu alma y
sodomizan tu espíritu en una habitación fría y sádica.
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