La llama de la libertad no se apagará nunca.
Aún rodeado de ciegos, necios e indigentes del alma.
La llama que busca la Verdad no se apagará nunca.
Aunque vea torrentes de sangre correr por las calles,
y gente asustada escondiéndose tras ventanas empañadas.
Yo los miraré y ellos me mirarán, pero no me entenderán.
Y querrán hablar conmigo, solo para increparme.
Querrán vejarme e insultarme.
La Palabra sellará sus labios.
Y en el fuego eterno perecerán.
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