sábado, 17 de febrero de 2018

LOS SILENCIOSOS



Al bar de la política todos iban a votar. Todos se embriagaban con su partido predilecto y acababan todos borrachos en el bar. Era entonces cuando entraban los políticos a robar. Y todos se quejaban y se quejaban, pero seguían emborrachándose cada día en el bar. Porque les decían que tenían que votar, les decían que era importante y seguían bebiendo. Y se dejaban llevar por sus grandes palabras vacías de contenido. Y los de izquierdas pensaban que cuanto más paternalista era un estado mejor, porque al aumentar más sus expectativas luego tendrían más derecho a quejarse, y seguían bebiendo del licor de la política. Y los de derechas podían dejar de pensar, pues la verdad ya estaba escrita en las sagradas escrituras, y seguían bebiendo al dudar. Y aquellos que no participaban de la política, aquellos que desconfiaban de grandes palabras ensalzadas y que preferían la autenticidad de lo bello y lo simple, fueron tachados de irresponsables, perezosos y anárquicos. Se les etiquetó de incomprendidos y se los relegó al silencio. Pero formaron una nueva casta, una casta de seres que tenían los pies en el suelo y la cabeza llena de proyectos, que tenían grandes ideas y trabajaban para darles forma, que desconfiaban del discurso grandilocuente y manipulador. Fueron aquellos que ladrillo a ladrillo, semilla a semilla, fueron creando una nueva sociedad. Les llaman los silenciosos. Y su arma es hablar de lo que saben, cuando hay gente dispuesta a escucharlos. Su arma es iluminar, es tirar al suelo diques secos para dejar que el mar de la creatividad acaricie la gente que todavía está dispuesta a asombrarse. Su arma es la verdad. Y no, no callarán. Los silenciosos no callarán. Pues ellos son los reyes del silencio, y ellos son los reyes de la acción. Ellos dominarán el mundo. Ellos conquistarán las almas de los que se han perdido para servirles de ejemplo, para enseñarles a maniobrar en la lindeza de lo cotidiano. Ellos crearán un nuevo mundo, sobre pilares de hormigón y tochos de oro, y su estandarte será la autenticidad. Su estandarte será la lucha contra la mediocridad de los portavoces trajeados… Y los no tan trajeados. Su lucha será la dulzura, su lucha será el juego de los niños, su lucha será lo fascinante. Y no, no callarán, porque ellos no pueden callar, porque nunca han hablado. Ellos conquistarán el mundo. Ellos conquistarán el Everest sobre los círculos viciosos de la inopia. Ellos arrancarán la mala tierra del mundo. La arrancarán con dulzura. Y con dulzura dominarán el planeta. Y el trueno solo se oirá para derribar grandes capiteles de fanfarronería. El trueno se oirá en la noche, mientras la gente duerme. Y dirán ‘ya llegan’, ‘ya están aquí’. Los silenciosos han venido. Han venido para quedarse.

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